Existe una creciente demanda de los ciudadanos por un servicio de calidad, y a su vez, les solicitan a sus servidores altos estándares éticos, lo que se traduciría en buenas prácticas institucionales para beneficio de la comunidad.

El desarrollo de competencias éticas específicas de la gestión pública, así como el perfeccionamiento y adquisición de competencias de gestión pública (vinculadas al ciclo de las políticas públicas, a los procesos de gestión pública -presupuestos, técnica legislativa, gestión por resultados, etc., y a la gestión pública multinivel), se convierten en requerimientos esenciales para una administración pública de calidad.

Tanto nacional como internacionalmente se avanza en esta dirección, en sintonía con los procesos de profesionalización de la función pública en sus diversos niveles.

Es importante rescatar un concepto que nos despiertan las recientes medidas del Ministerio: las disposiciones de los servidores públicos para la buena administración y el buen gobierno se generan por una estructura de selección, capacitación y promoción adecuada. A las medidas que caminan en esta dirección se les denominan “profesionalización de la función pública”.